El trozo de tela
En el segundo año del reinado del emperador Jing de la dinastia Han, en la prefactura de Yingling, vivió un hombre capaz de provocar encuentros entre vivos y muertos.
" Daría mi vida por volver a ver a mi mujer", le dijo cierto día un vecino, viudo desde hacía muchos años. " Te ayudaré y la verás -respondió el hombre-, pero debes hacerme caso. Si estando con ella oyeras tambores, huirás rápidamente, ¿has entendido?". El vecino asintió. El hombre le explicó ´cómo encontrar a su mujer y al cabo de poco tiempo la encontró y habló con ella. Feliz y triste a la vez, se hundió con ella en la emoción del reencuentro. y así pasaron
las horas hasta que se oyeron tambores. Entonces, mientras él cruzaba el umbral, se le enganchó la túnica en el quicio de la puerta; tuvo que desengancharla de un tirón y perdió un trozo de tela. Al cabo de un año le llegó a él la hora de morir. Fueron a enterrarlo y, ya en el panteón familiar, todos vieron un trozo de tela enganchado en la lápida de la tumba de su esposa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario