De niño era un chaval nervioso, no me malinterpretes, no considero que fuera un niño malo ni tan siquiera con malas ideas, pero seguramente no sabía canalizar mis nervios y mis emociones.
Mis padres me ayudaron todo lo que pudieron llevandome a personas especializadas intentando corregir las actitudes que la sociedad daba como mal enfocadas.
No quiero focalizar en nadie concreto mi pena o desasosiego por lo que podría haber sido una infancia diferente, pero si quiero señalar 2 cosas que marcaron mucho mi tierna infancia y la convirtieron en momentos aveces amargos.
Los profesionales de la enseñanza no supieron ayudarme o motivarme para que día a día mejorara y me integrara a lo que ellos consideraban parametros normales.
Maestros de mi infancia yo les acuso de no haberme fomentado el amor a la lectura y a la enseñanza y con el tiempo y mucha motivación personal me he demostrado que soy una persona con muchas inquietudes culturales que ustedes no supieron canalizar.
El castigo fuera de las aulas y la ridiculización de un niño no creo que sea la manera de hacer que ese niño se motive y mejore en todos los aspectos.
Alguien con el tiempo me comentó que yo seguramente fui hiperactivo y en el caso de ser verdad, sufrí una total incomprensión y represión por motivos a los que yo era ajeno o que no estaban dentro de mi voluntad.
También siento cierta pena cuando la gente habla de sus amigos del colegio, yo por esta causa me vi durante mucho tiempo apartado y excluido de todo ambito de amistad entre compañeros del colegio y me perdí muchos buenos momentos por culpa de su incomprensión y crueldad.
Han pasado muchos años y veo todo esto desde la distancia serena de la tranquilidad, la tranquilidad de no sentirme culpable de ninguno de esos momentos, la tranquilidad de que nadie es mejor que nadie y nadie debería de ser juez y parte de ningún asunto y mucho menos cuando se ven implicadas personas menores con un caracter y una personalidad por formar.
Que conste que no hablo desde el rencor ni intento dar pena a nadie, solo hago constancia de que se puede hacer mucho daño a otras personas si no se calibran las consecuencias de nuestras acciones.
Los niños solo deberían tener que pensar en ser felices y los adultos ayudarlos a ello.
Me alegro de que hayan cambiado las pautas y los educadores de ahora no solo se centren en sacar cerebritos sino tambien personas integras.
Salud y amistad compañeros.
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